martes, 2 de diciembre de 2008

Amirgal

Amirgal tenía ojos cansados de ilusiones deshechas, piel marchita de navíos lejanos, ojos fuertes de mirar sustancial, manos pequeñas que no abrigaban caricia alguna, pensar difuso y conocimientos concretos.
No concebía la vida sin literatura, sin esos libros saciados en una vieja biblioteca, libros que la hacían soñar, construir nuevos infinitos, viajar al laberinto de Asterión a divagar por horas, y así se pasaba más de la mitad del día, consumida en este mundo de lenguas vivas, viajando a Europa y sus sucias ciudades en callejones tan foscos como los de Baudelaire, descendiendo a infiernos con el sabio Virgilio ante la duda de Hamlet, la arrogancia de Edipo y la cuerda locura de Don Quijote.
En las noches de luna nueva como hoy, solía recordar a Mario Vargas Llosa: “La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo. La literatura puede morir pero no será nunca conformista…Porque en el dominio de la literatura, la violencia es una prueba de amor…Como ayer, como ahora, si amamos nuestra vocación, tendremos que seguir librando las treinta y dos guerras del coronel Aureliano Buendía, aunque, como a él, nos derroten en todas. Nuestra vocación ha hecho de nosotros, los escritores, los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo”Y constantemente le daba vueltas a esta concepto, y se concebía poco digna de las revelaciones con las que tropezaba, cada vez que tanteaba las líneas de Borges, Cortázar y otros.
Y así se alejó un día, por completo, de todo: del suburbio, de los parques continuos, de las arboledas, de los cinismos, de la arrogancia, de la cobardía. Se alejó de todos y de todo, huyó y divagó cien años de puras soledades, se alejó, de su morada, de su pueblo, del sillón que cobijó sus lecturas habituales, de las paredes que atendieron los suspiros de acróbata que arrojaba mientras leía. ¿Se alejó dije?, no, me equivoqué, no se alejó, sólo viajó una tarde de quimera, que creyó mil años, cruzó molinos de viento en busca de hidalgos con honor. ¿Viajó hacia ellos o ellos vinieron a buscarla? No lo supo con precisión, pero cual Alicia se deleitó cada instante de esta tarde de fantasías. Mientras la novela que leía descansaba en sus ojos dormidos.

viernes, 1 de febrero de 2008

El Dios duerme



¿Dónde te escondes padre?

¿Dónde guardas tu pequeño corazón de sangre viva?

Has valer tu glorioso nombre

Que tu lamento corra como agua tibia.

¡Si existes grita!

Que no te callen las almas llenas de plomo,

O las libertades encadenadas al oro.

Mientras callas

Otros dioses arrebatan tu trono

Derriba la muralla

¡Vuelve Cronos!

Mira cómo me arranco las venas

Y el vacío de esta vida sin sensaciones queda igual de hueca.

Estoy podrida, maltratada, mis alas no vuelan.

Millares de años

no tienen compasión con este rostro demacrado.

Extiéndeme tus brazos

en el éxtasis infinito desmesurado

Sácame de aquí padre

Llévame lejos de esta cuidad pedante.

De los oscuros laberintos

De la inmundicia reinante

De la palabra agobiante

De los falsos profetas

De sus escuálidas tretas.

Despierta dios dormido,

No abandones la soledad de mi alma,

Que necesito aferrarme a un destino

Y no sé lo que es la calma.

Tengo una vida atormentada

De imágenes paganas.

De dioses hipócritas

a causa de tres clavos.

Tu eres el verdadero.

¡Despierta! Antes que yo me duerma.

miércoles, 16 de enero de 2008

prefacio


la mente en blanco no existe- pensó un día cuando besaba a la chica- porque ni siquiera cuando estoy en otro mundo como ahora, puedo dejar de pensar, no creo en esas religiones del oriente que practican algo parecido. Me gustas - le dijo- me gustas porque hueles a verdad a esa verdad que se muestra en tus ojos. Luego la abrazó con miedo, con miedo a sentir algo más, a ver algo más en sus ojos negros que tanto le decían. Ella no solía besar de esa forma porque se le cansaba la mandíbula, pero sintió que él la relajaba y pensaba en prados verdes y en películas de época, esas que conmueven, ella no se había enamorado pero él tenia olor a campo y eso le hacia pensar más de la cuenta en él y sentía miedo y a veces pájaros que revoloteaban en su estómago como una estúpida. Y tu me gustarías si no fueras de ese tipo de hombres, ese tipo a cual perteneces y que conoces bien- dijo sin dudar ni un segundo-. Ella condicionó su amor y otra vez sepultó un sentimiento, un posible amor y sus aves volaron lejos, hasta quien sabe que día volver a posarse otra vez. Nunca más se besaron y a ella le comenzó a doler la mandíbula y él... quedó con la mente en blanco.

sábado, 29 de diciembre de 2007

Estrellada


Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el purgatorio bajo los jazmines y las mariposas de color violeta.
Tenía yo un profundo mirar de colibrí, de túnel y de automóvil romántico. Lanzaba yo, suspiros de acróbata y volaba con los pies en el cemento, por ésto mi padre siempre decía que yo andaba en las nubes.

Mi padre hablaba claro como la aurora y como los dirigibles que van a morir. Tenía ojos llenos de navíos lejanos. Sonreía a veces, y su silueta gastada con el pasar de los años, expresaba una armonía indescriptible.

Mi madre era ciega y sus manos eran más admirables que la noche. Manos esforzadas, dedicadas.

Amo la noche, sombrero de todos los días con escencias me salpica sus crepúsculos perfumados. Por danzar en una estrella daría mi inocencia, y en esto se me va la vida, saltando de huracán en huracán con tal de aproximarme a los astros y danzarles como nadie les ha danzado, mirarles como nadie los ha mirado, reciertales un poema exótico y luego sonreir.

Y así comienzo el día a día, inventandome nuevas vidas cada vez que despierto y repitiendo siempre la misma.

Quizás algún día tome consciencia, y en la mitad del camino de mi vida me de cuenta de mis constantes retrocesos. Pero eso será algún día, por ahora sólo me ocupo de soñar que danzo a las estrellas.

* En la imagen Lilitt, mitológicamente la primera mujer de Adán, la mujer que se reveló contra el hombre.
-¿Por qué debo acostarme debajo de ti, si yo soy tu igual?- estas fueron las palabras que la condenaron a desaparecer.